La Rosa es sin porqué .....

"La rosa es sin porqué"


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"La rosa es sin porqué
florece porque florece,
no tiene preocupación por si misma,
no desea ser vista"
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(Peregrino Querubínico. Angelus Silesius)


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"El hombre difiere de la rosa en que a menudo, con el rabillo del ojo, sigue ávidamente los resultados de su acción en su mundo, observa lo que éste piensa de él y espera de él. [...] La rosa no tiene necesidad de esta atención. Digamos como Leibniz : "La rosa para florecer no necesita que le provean de las razones de su floración. La rosa es una rosa sin que un "reddere rationem", un aporte de la razón, le sea necesario a su ser de rosa. »

Nadie, Ni siquiera la lluvia - E.E. Cummings

e. e Cummings : "Nadie,ni siquiera la lluvia..".

Autorretrato. E.E Cummings. (1920)
En algún 
lugar al que nunca he viajado, 
felizmente más allá de toda experiencia, 
tus ojos tienen su silencio: 
En tu gesto más frágil hay cosas que me rodean 
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca. 


Con solo mirarme, me liberas. 
Aunque yo me haya cerrado como un puño, 
siempre abres, pétalo tras pétalo mi ser, 
como la primavera abre con un toque diestro 
y misterioso su primera rosa. 
O si deseas cerrarme, yo y 
mi vida nos cerraremos muy bella, súbitamente, 
como cuando el corazón de esta flor imagina 
la nieve cayendo cuidadosa por doquier. 


Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala 
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura 
me somete con el color de sus campos, 
retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro. 

Ignoro tu destreza para cerrar y abrir 
pero, cierto es que algo me dice 
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas... 

Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas.

El Rapto de Proserpina - Gian Lorenzo Bernini 1622



El rapto de Proserpina es un escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1622.

Fue encargada por Scipione Borghese, que se la cedió al Cardenal Ludovico Ludovisi en 1622, quien la llevó a su villa. Permaneció allí hasta 1908, cuando el Estado italiano la adquirió y la devolvió a la Galleria Borghese.

Es una gran estatua de mármol, perteneciente a un grupo escultórico ejecutado por el artista. Representa a Proserpina (Perséfone en la mitología griega) siendo raptada por Plutón (Hades en la mitología griega), soberano de los infiernos.

La posición, un contraposto retorcido, es una reminiscencia del Manierismo, y permite una observación simultánea del rapto (según se mira desde la izquierda) con Plutón tratando de mantener a Proserpina sujeta; de la llegada al Hades (mirando de frente, parece llevar en brazos a su víctima); y de la petición de Proserpina a su madre de regresar durante seis meses a la Tierra (si contemplamos desde la derecha, con las lágrimas de la mujer, el viento sobre su pelo y el Can Cerbero ladrando).

Es notable la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón estirando su piel, y los dedos de este aprietan cruelmente la carne de Proserpina tratando de inmovilizarla.

Éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni - Gian Lorenzo Bernini 1674

Ludovica (Luisa) Albertoni nació en 1474 en Roma, en el seno de una noble familia. Era muy pequeña cuando murió su padre y cuando su madre contrajo segundas nupcias, por lo que fue criada por la abuela materna y algunas de sus tías. A los veinte años, en contra de su voluntad, fue dada en matrimonio al noble Giacomo della Cetera, a quien amó y respetó, y del que tuvo tres hijas.

En 1506, con 32 años,  murió su esposo y tuvo problemas de herencia con la familia. Poco después profesó la regla y vistió el hábito de la Orden Franciscana Seglar. Sin descuidar la educación de sus hijas, a quienes decía a menudo que prefería verlas muertas antes que en pecado. Desde entonces llevó una vida dedicada a la oración, la meditación. Parte de la noche la dedicaba al descanso, y parte a la penitencia. Por la mañana participaba en la Eucaristía y recibía la comunión. El resto del día lo dedicaba a practicar la misericordia. Le tocó vivir el drama del saqueo de Roma por parte de las tropas españolas, y se prodigó en favor de los necesitados. Visitaba a los enfermos pobres en sus miserables casas, y dotaba para el matrimonio a jóvenes desprotegidas y sin recursos. Sus lugares preferidos eran los hospitales, donde curaba las llagas del cuerpo, y también las del alma. Solía decir: "¿Cómo es posible vivir sin sufrir, cuando se contempla a nuestro Dios colgado en una Cruz?".

Sus familiares le reprochaban que derrochase toda su fortuna hasta caer en la más grande pobreza, pero ella solía decir: "Dios nos dio los bienes de la tierra para compartirlos con los que los necesitan".

El Señor le concedió a Ludovica el don del éxtasis, que la hizo célebre en Roma, de modo que, tras su muerte, ocurrida el 31 de enero de 1533, a los 60 años de edad, su sepultura en capilla Altieri de la iglesia franciscana de San Francisco a Ripa, barrio de Trastévere, se transformó enseguida en lugar de devoción para muchos romanos, que la lloraron como se llora la pérdida de una madre. El papa Clemente X reconoció el culto litúrgico el 28 de enero de 1671. Tres años después, el 17 de enero de 1674, se hizo un reconocimiento de sus restos, antes de ser colocados en su nuevo y monumental sepulcro de mármol, que el cardenal Paluzzo Albertoni Altieri encargó al genial escultor Gian Lorenzo Bernini (1589-1680). Éste, tras el éxito de su "Éxtasis de Santa Teresa", y en plena madurez artística, representó a la beata Ludovica Albertoni moribunda, recostada y en éxtasis, expresando al mismo tiempo en su rostro el sufrimiento humano y el gozo espiritual. El mismo Bernini dispuso la capilla de manera que un chorro e luz cayera desde una claraboya invisible sobre el rostro de la beata.